viernes, 1 de octubre de 2010

Enamoramiento (no asustarse por título)



 De vez en cuando, sólo de vez en cuando, cuando concluye un capítulo, me quedo en una especie de estado de shock que no puedo describir. Los títulos comienzan a circular por la pantalla y no puedo hablar. Algunas veces estoy en silencio. Otras, me llevo las manos a la cabeza y comienzo a parlotear onomatopeyas: "Buah, ufff, joder...". Por mi cabeza, mientras tanto, se entremezclan a toda velocidad los pensamientos, desordenados. Como si estuviera éxtasis. Es, en estos momentos, cuando me doy cuenta de que la serie en cuestión ha subido el último peldaño. El peldaño de la excelencia. Este hecho significa que ya no estoy ante una serie buena, sino ante una obra maestra. Es mi enamoramiento.

¿Cuándo me ha pasado? Por fortuna, muchas veces. Uno de los más claros fue con la maravillosa The Wire. Más exactamente, con el capítulo cuatro de la primera temporada. Si has visto la serie, sé que sabes a que escena me estoy refiriendo. Joder, joder. Si no la has visto, The Wire puede ser difícil de seguir al principio, pero nunca, nunca la abandones sin llegar a este capítulo.




Más recientemente, he tenido otros dos enamoramientos. Con mis apreciadas Sons of Anarchy y Modern Family. Los Hijos de la Anarquía me raptaron en su capítulo cinco de la primera temporada (del que no encuentro vídeo en Youtube). Ahí vi que esta serie tenía un plus. Algo más que el resto. Ese final, esa música, la dureza de la situación y los personajes... Y no defraudó. Algo escribí en el momento sobre el capítulo, pero entonces estaba aturullado. Y cuando terminó la temporada, embriagado por semejante joya que la cadena por cable FX nos ha regalado, en vez de escribir algo, me puso inmediamente a ver la segunda temporada.

De Modern Family me enamoré ayer. El noveno capítulo de la primera temporada es el causante. Aquí mi amor fue distinto. No fue causado por una gran escena o un gran final, sino por su increíble estructura. Puede que me haya reído más con otros capítulos, aunque Fizbo en este me hiciera soltar una buena carcajada con su reloj, pero esa estructura del capítulo, es de algo más que una simple comedia. En concreto, el capítulo arranca en el hospital, con un personaje preguntándose cómo ha podido pasar esto. Acto seguido un flashback nos devuelve al pasado y nos presenta la situación. Es el personaje de uno de los niños y todos los regalos que le hacen son peligrosos. Una ballesta, un escorpión, una pared de escalar... Conforme le regalan un nuevo objeto peligroso, aparece una escena en el hospital de un personaje diferente preocupándose por la salud del herido, que no sabemos quién es, pero que vamos adivinando conforme se descartan personajes y avanza el capítulo. En serio, buenísimo.



Otros enamoramientos concretos (porque de algunas series simplemente caes rendido a las primerasde cambio, como con The West Wing en mi caso, los tuve con Six Feet Under, exactamente con su cuarto capítulo de la primera temporada, que sin duda alguna no es uno de los mejores, pero para eso ya tenemos el primero de la tercera o el último de la serie (¡oh!, el último). O en el caso de House y su maravillosa e inigualable primera temporada, con su noveno capítulo (No rcp), y ese increíble discurso del saxofonista qmoribundo dirigido al propio House, en donde se comienza a atisbar el alma torturada del personaje.

Me dejo muchos enamoramientos más, lo sé, pero no quiero aburri. ¿Y vosotros, cuándo os habéis enamorado de una serie? ¿Qué capítulo fue el que os hizo ver que estabais ante una obra maestra?

No hay comentarios:

Publicar un comentario