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lunes, 18 de octubre de 2010

Benditas terceras partes. Bendito Stargate Universe

Me costó un mundo. Dos veces la descargué entera. La primera vez, al cabo de un tiempo la eliminé sin ver un solo capítulo. La segunda pasó todo el verano y todo septiembre en el disco duro. Hasta hace un par de semanas. Hablo de Stargate Universe. Esa gran, gran, serie, aunque parezca mentira.

Los protagonistas de la serie
Primero de todo, me confieso. Soy un friqui de Stargate. Me he visto las diez temporadas de Stargate SG-1 y, por supuesto, las cinco de Atlantis. Las aventuras del SG-1 pronto se convirtieron en una de mis series favoritas, hoy para mi convertida en leyenda personal. Atlantis me gustó, sobre todo la cuarta temporada, aunque soy consciente de que no está al nivel de su mami. Por eso, Universe me daba pereza. ¿Más stargates? ¿Más chevrones? ¿Más naves de los antiguos? No caí en algo clave. La influencia de esa grandiosa obra de ficción que es Battlestar Galáctica.

Porque amigos, Stargate Universe se parece más a Battlestar que a su hermana y su madre. Lo cual, por cierto, resalta más aún el mérito de Battlestar. La serie de Ronald D. Moore ha revolucionado la ciencia ficción de tal manera que ni Stargate se escapa. Quince temporadas de Stargate contra cuatro de Battlestar, pero... ¡Hay!, amada galáctica, viniste para quedarte.

Pero al tema, que desvarío. Stargate Universe parte de una premisa sencilla. Una base militar de los humanos en otro planeta es atacada por naves enemigas. Al escapar, el científico jefe, el Doctor Rush, decide llamar por el Stargate a una dirección desconocida que él estaba investigando. Así, en vez de escapar a la tierra, llegan a una nave de los antiguos (en el universo de Stargate, los Antiguos son una raza muy antigua ya extinguida y la que más avanzada llegó a estar científicamente) lanzada millones de años atrás para explorar el universo. Está en piloto automático, por lo que no pueden dar la vuelta. Y, aunque pudieran, están tan lejos que les costaría millones de años desandar el camino. Amén de que, para empezar, no saben ni dónde están.

El doctor Rush es el maquiavélico científico del equipo
 El piloto, un episodio doble, es bueno. Notable alto, más bien. El grupo, compuesto por militares y civiles, llega a la nave. Primero descubren que es una nave. Luego que es de los antiguos. Seguido, averiguan que la nave tiene miles y miles, si no millones, de años de antigüedad. Y claro, comienzan a fallar algunas cosas. Por ejemplo, el sistema de mantenimiento de la nave. Veasé, el aire se agota. Así concluye el piloto. Entre medias, te presentan al inquietante Doctor Rush. Un científico que llevaba mucho tiempo investigando la direccion de Stargate que les llevó allí. De personalidad oscura, maniquea y reserveda, todos desconfían de él porque no saben si de verdad quiere volver a la tierra o no. De este modo, es, a la vez, el científico más brillante y que más cosas descubre sobre la nave y cómo regresar a casa, pero muchas las oculta por conveniencia o, directamente, miente y da datos falsos. Ojo, no es el malo de la serie. De hecho, es mi personaje favorito. Pero... no es el buenazo empalagoso, ni mucho menos.

Eli Wallace es el típico veinteañero gordete y escandalosamente friqui. Adicto a las tecnologías y a los juegos de internet, es también un genio de las matemáticas. Fue reclutado dos días antes de llegar a la nave pero rápidamente se convierte en el segundo mejor científico, en el que confiará el Coronel Young para desubrir qué trama el Doctor Rush. El Coronel Young es el militar al mando de la misión. Noble, buena persona, pero con dudas internas, se desvive para llevar a todos de vuelta a casa. Le acompañan el Teniente Matthew Scott, joven, guapete y valiente y el Sargento Ronald Greer, que al comenzar la serie está en un calabozo, sin saber nadie por qué, pero se mantiene fiel, decidido y valiente junto al Coronel.

El Sargento Greer a la izquierda y el Coronel Young a la derecha
Muchos más personajes poblan la nave. La hija de un senador, una doctora, varios científicos... y todos muy bien logrados. De hecho, son las relaciones personales las que más vida dan a la serie. Cómo se desenvuelven, cómo luchan contra las adversidades... Hay depresiones, suicidios, traiciones entre la tripulación. Porque aquí llega el gran acierto de la serie. Como ya he dicho, han imitado a Battlestar Galáctica, no a Stargate. Me explico.

El tercer capítulo de Universe es malo. Y punto. Son cuarenta minutos de episodio en los que buscan desesperadamente un mineral para limpiar el sistema de mantenimiento y generar aire respirable. Encuentran un planeta al que les lleva la nave (pues he ahí la cuestión, la nave es lista y sabe qué necesitan y dónde llevarles) y lo exploran. Así, el capítulo son 40 minutos de andar por el desierto donde encuentran, en el último momento, lo que necesitan. Qué cansado estoy, sigue tú sin mí. ¡No te dejaré, amigo! Soy un héroe, eres un héroe. Faltan cinco segundos para que la nave despegue. ¡Ahí están! Salvados. Oooooh. Un rollo.

Algunos de los protagonistas viven su particular romance...
Pero lo bueno es que todo cambia a partir de entonces. Un servidor va por el capítulo diez de la primera temporada y no he vuelto a encontrar otro capítulo malo. Ni tan siquiera que baje del notable. A partir de ahora, las cosas se tratan a lo Battlestar. Siguen necesitando agua, comida, energía... hay traiciones, luchas por el poder, ganas de volver a la tierra... El doctor Rush, por supuesto, a su ritmo, investigando sin contar lo que descubre o dando pequeñas pinceladas de lo que sabe, ocultando cosas vitales. Todo esto, mientras van visitando nuevos planetas. De forma muy rápida, claro, porque la nave, que está en piloto automático, pasadas unas horas vuelve a despegar y no espera a nadie. Si no has llegado te quedas en el planeta.

Los personajes, por otro lado, tienen un gran carisma y rápidamente desarrollan un completo entramado de relaciones personales que se mezclan a la perfección con la trama. Así, tenemos, en buenas dosis, relaciones personales, tensión en cada capítulo sobre si conseguirán sobrevivir un día más, y nuevos descubrimientos sobre la nave. Aspecto clave e indispensable. Mantienen, a lo largo de la serie, constante contacto con la tierra. ¿Cómo? Encuentran una tecnología que hace que puedan intercambiar la consciencia con gente de la tierra. Así, manejan los cuerpos de otras personas e informan de lo que les ocurre. Sí, es muy friqui, pero tiene una incidencia fundamental. Los protagonistas van haciendo uso de esta tecnología para ir a la tierra y visitar a sus personas queridas. La carga sentimental es muy potente. No saben si podrán volver, a veces no pueden decir que son ellos (¡porque no es su cuerpo!), y cuando sí pueden revelar su identidad, tienen apenas unas pocas horas de felicidad antes de volver a la nave.


Una imagen de la nave 'Destiny'
Concluyendo, que he metido una chapa espectacular. Estamos ante una nueva obra maestra de la ciencia ficción. Si Dios quiere. Porque claro, llevo 10 capítulos. Pero si mantiene el ritmo, esta temporada será espectacular y grandiosa. Y sólo por ello ya será justificable verla. Ahora bien, ya que tanto se han basado en Battlestar, que copien algo fundamental. No más de cuatro temporadas. Esta trama da para lo que da. Que no se alargue innecesariamente.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cara y cruz

El bien y el mal. El bueno y el malo. Hace tiempo las series eran así. Sencillas. Un tipo malo y odioso (qué mal nos caía) se enfrentaba a uno bueno y amado (qué bien nos caía). La mayoría de las veces ganaba el bueno. Si el final quería ser trágico, la victoria era para el malo. Sin embargo, hoy día la televisión nos presenta personajes distintos. Y por eso, ya no es extraño que nos pongamos del lado de un personaje de escasa moralidad, que ha resultado ser fascinante. O al contrario, cuando el bueno, el que actúa correctamente, es aborrecible. Esto me ocurre a mí con dos personajes de la gran serie de ficción Battlestar Galáctica: Gaius Baltar y Laura Roslin.



Gaius Baltar es un científico que vive en Cáprica. Ya en el primer capítulo, (en el minuto diez, ergo no es spoiler) se muestra que él es el causante de la masacre Cylon. Los humanos son casi extinguidos por su culpa. Por su vanidad y soberbia. Pero él logra escapar y unirse a la flota que durante cuatro temporadas bagará por el espacio en busca de un nuevo hogar. Yo, personalmente, me pasé los primeros capítulos esperando su confesión. Pero no. Poco a poco me fui dando cuenta de que Gaius no era así. No se sentía feliz por masacrar a millones de almas, pero lo importante para él era la supervivencia. A lo largo de la serie, hace de todo para sobrevivir. Miente, mata, manipula, evangeliza... Cualquier cosa. Lo mismo en un capítulo salvaba a la flota entera de la catástrofe, que al siguiente ayudaba al enemigo.
Baltar, en definitiva, es arrogante, sobervio, cobarde, traidor, inmoral (o amoral), descreído, superviviente... Sú única preocupación es Gaius Baltar. Se quiere mucho y se llevará por delante a quien haga falta para sobrevivir.

Sin embargo, me cae bien. No puedo evitarlo. Los guionistas de esta serie te enredan. Te muestran su trasfondo, no hace el mar por placer. Sino por necesidad/convinencia/supervivencia. Al término de algunos capítulos no podía evitar pensar: "Este tío es un hijo de puta". Y por contra, al capítulo siguiente conseguían que me volviera a caer bien. Los guionistas jugaban conmigo, con mi juicio y mis creencias. Hoy me mostraban un poquito de caridad en Gaius, al día siguiente mostraban su lado egoísta compensado por una buena acción y dado de vuelta de nuevo por un acto de dudosa moralidad.

Resultado final: Gaius es un hijo puta que me cae bien. Es un personaje complejo, para nada plano. Con varias dimensiones. Y como él, decenas de personajes en decenas de series maravillosas que podemos disfrutar. Estamos en plena cresta de los personajes con dos caras, grises, ambiguos moralmente. El malo y el villano tradicional están desapareciendo.




Porque si no, no se entendería mi odio bisceral hacia Laura Roslin, presidenta de los 50.000 humanos que inician este éxodo con claras reminiscencias bíblicas. Roslin se convierte en presidenta de esta Odisea por ser la cuarenta y pico en línea de sucesión. Claro, entre los millones de muertos se encuentra casi todo el Gobierno. Y de golpe y porrazo (como diría F. Ibañez) asciende de secretaria de educación a presidenta. Roslin es una mujer trabajadora, moralmente correcta y siempre, siempre tiene la razón. Que creo que es lo que me saca de quicio. Más que lo de la moralidad, porque en algunos capítulos sí que ha tomado decisiones muy duras. El problema, mi odio más bien, viene desencadenado porque siempre tiene razón. Al final, ella era la que llevaba la razón en casi cada situación. Y por alguna extraña razón me pone de los nervios. ¿Es demasiado perfecta? Sí y no, porque, como he dicho, ya comete alguna que otra acción moralmente reprovable. Pero es que... su tono de voz... sus gestos... su ego de salvadora de la humanidad...

Donde esté un buen Gaius Baltar, que se quite una Laura Roslin. Yo voy con los malos.