jueves, 16 de septiembre de 2010

Se quedó a medias



La tercera temporada de True Blood llegó a su fin. Tenía todo para convertirse en la mejor temporada de todas, pero para mí, no lo ha hecho. Y la razón principal es que, por alguna extraña razón, los guionistas piensan que cogimos cariño a todos los personajes secundarios y que queremos que les desarrollen tramas. Y no es así.

(Texto lleno de espoilers de todas las temporadas)

En la primera temporada había muchos secundarios pero sus tramas convergían entre sí e incluso estaban relacionadas con la principal. El asesino del pueblo afectaba a todos. Jason era acusado de ser el asesino, el sherif iba tras él, Sam Merlotte y Tara vivían un extraño romance, pero a la vez Sam intentaba proteger a Sookie, Arlene (la camarera pelirroja) era importante porque su novio era el asesino y Lafayette se entrometía un poco en la vida de todos. Sooki y Bill a su ritmo y Eric no tenía mayor protagonismo.
El problema viene cuando esta temporada, algunas de las tramas parecían más bien un spin off. La trama de Jason con la mujer pantera deja mucho que desear (peor era aún la de ser policía), la de Arlene y su hijo no engancha en absoluto, la de Lafayete y Jesús... mmm... Tenía mejor pinta cuando se estaba enredando en la venta de V con Eric. Otra historia que no me ha terminado de convencer es la de Sam. Tenía ratos entretenidos y ratos más flojos. De las que he citado, eso sí, es la que más me gusta. La que menos, por su extrema ridiculez, la vampiresa Jessica. Una lástima. Es un personaje que creo que podría aportar mucho a la serie. Pero Dios mío, su romance con Hoyt es patético. Ni en el peor de los culebrones sudamericanos se ven enamoramientos tan vergonzosos.



Tras esta bonita criba, toca destacar lo bueno. Que pese a todo, más que un aprobado ya le doy a la temporada. Y se lo doy porque el personaje de Russel Edington ha sido genial. La lucha de poder entre vampíros me ha fascinado y ha sido de lo mejor de la temporada. El protagonismo de Eric, la Reina de Loussiana, Russel, Bill Compton y la Autoridad Vampírica (que puede dar mucho juego en la cuarta) ha sido de sobresaliente. También estuvo muy bien la trama de Tara con Franklin, ese vampiro muy, peor que muy mal de azotea. Aunque el final de la historia... no está muy currado. De hecho, yo daba por cerrada la trama cuando Franklin apareció por sorpresa y Jason lo mató.
 
Conclusión: gran trama central y exceso de personajes secundarios. Porque una serie de las características de True Blood no puede permitirse dar importancia a tanto secundario. Leí hace un tiempo al bloguero Nahum  en este post en el que dice que a True Blood le sobraban minutos, que de ser una serie más corta sería muchísimo mejor. No le faltaba razón. Sin tanta trama secundaria, esta temporada hubiera sido de sobresaliente.

2 comentarios:

  1. Está claro que a los seguidores de True Blood nos va más el centrarnos en la trama principal que perdernos en diferentes secundarias que parece que nunca van a llegar a nada (aunque finalmente puedan hacerlo).

    Es verdad que muchas cosas que se plantean están enfocadas hacia la próxima temporada, por lo que una vez superada la decepción del momento, sigo convencido de que el año que viene True Blood nos lo hará pasar igual de bien con su despiporre en todos los sentidos.

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  2. Seguro que disfrutamos. A mí me llama especialmente la atención los vampiros que componen La Autoridad. Teniendo en cuenta que cada temporada el malo es más fuerte, ¿qué clase de vampiros se esconden tras esta institución?

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