domingo, 31 de octubre de 2010

1x10 = 4x06

Tranquilos. Ahora mismo os resuelvo la ecuación del título. 1x10 = 4x06 significa que el último capítulo de The Big Bang Theory es basura. Pero basura de la mala. Sí, ya sé que últimamente parezco un poco gruñón tras el palo a Sons of Anarchy (por cierto, ya son dos capítulos acumulados y dentro de poco serán tres), pero este episodio ha sido pésimo en varios sentidos. Me explico.


Este capítulo no me gusta mucho...
El 4x06 de The Bib Bang Theory es de los poquísimos, puede que el único, capítulos que no me ha hecho soltar aunque sea una carcajada. Más aún, no me ha hecho ni esbozar una sonrisa. Los chistes eran sosos, las referencias friquis escasas de gracias y el capítulo en sí muy paranoico, sin ningún sentido ni orden (como suele ser costumbre) pero sin pizca de humor. Soso como él solo.

El problema no iría a mayores, un capítulo malo lo puede tener cualquier serie, si no fuera por la alarmante falta de ideas que este capítulo ha dejado latente. Si hacemos memoria, nos daremos cuenta que esta trama ya se utilizó en el capítulo 1x10, y con bastante más gracia.

Espoilers                                                         Espoilers                                                     Espoilers

El 1x10 narraba la historia de cómo Leonard mentía a Penny para no ir a verla actuar en un musical. Sheldon se veía obligado también a mentir y se montaba una paranoia personal sobre que su mentira tenía poco peso y los iban a descubrir. Así, se monta una coartada con actores incluidos en su piso, que si su primo estaba de visita y tenía tal enfermedad... Un show. Y sobre todo, muy gracioso y original.


En el 1x10, Sheldon contrató un drogadicto para crear la "coartada perfecta"
El 4x06 es más de lo mismo. Leonard se acuesta con la hermana de Raj y Sheldon se entera. Leonard, por supuesto, pide que le guarde el secreto y Sheldon, cómo no, insta a inventar una buena coartada. Sólo que en esta ocasión no es graciosa y no es original. Se han copiado a sí mismos. Y esto es lo que más me preocupa.

Porque una serie tiene derecho a tener un capítulo malo. Los guionistas son seres humanos y una semana puede pillarles el toro y elaborar un mal episodio. Este lo es, por cierto, que no os quepa duda. Como ya he dicho, los chistes son bastante malos, no hacen gracia. Ni las referencias friquis, ni los vaciles, ni las excentricidades de Sheldon. Y, para colmo, repiten la faceta de Sheldon de que no saber mentir, pero sin gracia.

¿Recordáis este capitulón?
La pregunta que me atemoriza es clara. ¿Está muriendo The Big Bang Theory? A mí me encanta, pero no soy tan fanático como para no darme cuenta de que las dos primeras temporadas fueron mejores que la tercera, aunque esta última me siguiera gustando. También me pareció muy bueno el primer capítulo de la cuarta, no así los siguientes, que han ido perdiendo fuelle hasta caer al abismo en el 4x06. Porque, joder, ¡qué capítulo más malo!

Yo, sinceramente, espero que haya sido un tropiezo aislado. Que se pongan las pilas y nos sigan haciendo disfrutar con las excentricidades y situaciones disparatadas de estos cuatro friquis locos. Aunque el miedo ya se me ha instalado en el cuerpo...

sábado, 30 de octubre de 2010

La hora de la nostalgia II: Studio 60

Obra de arte, en mayúsculas, porque Aaron Sorkin lo volvió a hacer. Volvió a crear una serie basada en el diálogo y desarrollada en un ámbito muy concreto que nos muestra a la perfección. Si en El Ala Oeste de la Casa Blanca nos acercaba al mundo de la política estadounidense, en Studio 60 nos relata con todo lujo de detalle cómo se realiza el típico programa con un invitado, actuaciones en directo y gags cómicos.


Los actores del programa de televisión Studio 60
Pero antes de comenzar a hablar de sus virtudes, dejadme empezar por lo único negativo que he encontrado a Studio 60. Que sólo tiene una temporada. Son veintidós capítulos, y quieres más. Muchos más. Ojalá tuviera cien, doscientos, trescientos episodios o, aún mejor, no terminase nunca. Porque, amigos, Studio 60 va directa a mi top de los tops.

Comencemos, pues, con sus maravillosas virtudes. La primera es que, pese a terminarla de ver ayer con maratón incluido de seis capítulos, estoy barajando muy seriamente volverla a ver. Desde el principio y desde hoy mismo ¡Porque es maravillosa! Es inteligente, sacarcástica, irónica, romántica por momentos, crítica  (muy crítica) con el mundo que describe y tiene unos personajes que te enamoran desde el primer día. Carisma es poco. El cariño que les coges es espectacular. Por eso, precisamente, te emocionas y sufres con ellos desde el principio.

¿Pero de qué va Studio 60? Studio 60 es un programa de televisión que mezcla squetches de humor, con música en directo e invitaciones a artistas destacados. Su productor ejecutivo, muy quemado, explota en el primer capítulo porque el comité de ética no le deja emitir nada que realmente sea crítico. Así, rabioso, sale en directo en un squetch y comienza a despotricar contra la televisión. Que si los que la ven son idiotas, que sus jefes son unos hijos de puta, que este programa da asco... Un discurso, por cierto, apasionante y muy, pero que muy interesante.



Los miembros de producción alucinan con el discurso del jefe (al fondo) cabreado


Pero claro, es despedido. Y así comienza la serie, con la llamada de la nueva jefa de la cadena de televisión,  Jordan McDeere, a Danny Tripp (Bradley Whitford) y Matt Albie (Mathew perry). Danny será el nuevo productor ejecutivo del programa. Matt el jefe de guionistas. Ambos, mejores amigos en su vida, fueron despedidos hace cinco años de Studio 60 precisamente por emitir un squetch 'irrespetuoso'. Pero la nueva jefa de la cadena, Jordan, quiere volver a inculcar un sentido crítico al programa.

Así comienza la serie. Aparecerán muchos personajes más, como los tres actores principales del programa, Tom Jeter, Simon Stiles y Harriet Hayes. Esta última Harriet, dará mucho juego. Es ex novia de Matt. De hecho, han roto y vuelto decenas de veces. Pero no es un culebrón empalagoso. Todo lo contrario, sus discusiones son rápidas, irónicas, cargadas de humor y, sobre todo, representan una de las esencias del programa: la ideología. Matt es de izquierdas, ateo, militante demócrata. Y le encanta burlarse en su programa de la derecha, los religiosos y los republicanos.
Harriet, sin embargo, es profundamente religiosa. De valores más conservadores y, claramente, tendiendo a la derecha. De este modo, sus diálogos son contínuas discusiones pero, como he dicho, cargadas de humor, simpatía y profundas. Aunque alguna que otra tiene un poco más de cargo dramática.

El resto de personajes encarnan a la perfección el estilo de Aaron Sorkin. Sus diálogos y relaciones van cargadas de ironía y humor. Sus conversaciones son rápidas, casi siempre en movimiento, pues si algo no les sobra es tiempo. "Ahora vivimos aquí", dice Danny en un capítulo. No le falta razón.



A la izquierda Matt Albie, jefe de guinstas y a la derecha, Danny tripp, productor ejecutivo
Esta es otra de las grandes virtudes de Studio 60. Desengrana el mundo televisivo. Ojo, esta serie no es un documental, sería más bien un ensayo. Sorkin se queda agusto, vamos. Crítica la intolerancia y los comités de ética, que no dejan emitir nada que pueda ser mínimamente ofensivo y ataca a la histeria por las audiencias, ocasionada por el gran poder que tienen los anunciantes. Arremete también contra los Reality Shows y contra los directivos que sólo se guían por el dinero. E incluso da palos a la administración Bush con la guerra de Afganistán (con una serie de capítulos muy pero que muy emotivos) y, por supuesto, a los religiosos intolerantes. Que a nadie le quepa duda. Sorkin tiene que ser ateo por necesidad.

¿Por qué? Porque Sorkin no sólo pone su alma y sus creencias en Studio 60, sino que, además, se incluye. A nadie se le escapa que él es Matt Albie, el guionista jefe. Matt, al igual que Aaron, escribe el guión prácticamente solo, sin ayuda de otros guionistas. "No viene del mundo de la tele", dice Danny Tripp de él. Igual que Aaron, que no empezó con la tele y, por lo que pude leer, no dejaba a nadie que le ayudara con el guión de El Ala Oeste. Igualmente, Matt bebe y en algunas capítulos toma pastillas para escribir. Aaron es ex adicto, aunque haya tenido alguna que otra recaída. Y por último, las creencias de Aaron son las de Matt. Ateo, de izquierdas, democráta y muy pero que muy crítico con la televisión de masas y las empresas de televisión, que se guían por la inmediatez de la audiencia y el dinero de la publicidad.


Un reloj indica a Matt el tiempo que queda para emitir el nuevo programa
¿Significa esto que si eres creyente y de derechas no te va a gustar la serie? En absoluto. Porque Aaron critica, pero no hace un ataque despiadado y falto de respeto. Precisamente, la serie muestra la 'censura' desproporcionada sobre cualquier tema que pueda ofender a cualquier persona. Por ejemplo, como crítica de esto, en uno de los esquetches que quieren emitir sitúan a Jesús como encargado de decidir si algo es ético o no.
¿Y te gustará si no eres un friqui del mundo de la televisión y de la comunicación? Ya lo creo. Porque Studio 60 es mucho más. Es pasión e inteligencia. Crítica al mundo que nos rodea y, a la vez, humor e ironía. Y, además, sus personajes te conquistan desde el principio.

Harriet presenta al invitado de Studio 60... el actor Masi Oka, Hiro Nakamura en la serie 'Héroes'
Recapitulando. Tenemos una serie con grandes personajes, diálogos inteligentísimos, irónicos y llenos de humor, una relación entre los protagonístas muy, pero que muy intersante y, por último, una serie muy adictiva. Terminas un capítulo y quieres ver otro. Y aunque la temática de la serie sea la del mundo de la televisión, los personajes sufren acontecimientos 'inesperados' y llenos de espoilers que le dan ese plus a la serie que hace que Studio 60 sea una súper producción de la televisión. El tiempo, espero, la colorá en su lugar. La situará en el olimpo de las series, como se merece.

sábado, 23 de octubre de 2010

¡Devolvedme mi Sons of Anarchy!


Sons of Anarchy... ha muerto. ¿Resucitará?
Hoy me he dado cuenta de algo que hace apenas unas semanas pensaba que era imposible. Tengo descargado desde hace un par de días el 3x07 de Sons of Anarchy y no lo veo. ¿Por qué? Porque siempre que pienso ¿"qué serie voy a ver?", acabo eligiendo otra. A Sons of Anarchy, le ganan, actualmente, Studio 60, Stargate Universe, House, Dexter, HIMYM, The big bang Theory, Modern Family y Boardwalk empire. Básicamente, todas las series que sigo en estos momentos. ¿Quiere esto decir que es la serie que menos me gusta de las que veo actualmente? Me temo que la respuesta es sí.

¿Qué ha pasado entonces?, me pregunto. La primera temporada la devoré. Era perfecta. A todos mis amigos, familiares y conocidos se la recomendaba. Tenía mucha acción, engergía, adicción y grandes, grandes momentos. También los personajes eran alucinantes. No voy a hablar de personajes, tramas ni nada de nada. Este post es para los que ya siguen la serie. Sólo quiero exponer que esta SOA no es ni la sombra de lo que fue y que, pese a que me duela, si la tercera temporada fuera la primera y la serie comenzara así, puede que no me enganchara.

Snif, snif... Quiero que SOA vuelva a ser lo que era
¿Qué le ha pasado, me vuelvo a preguntar? En parte con tristeza y rabia. Tenía una obra de arte en mis manos, que me hacía disfrutar y maravillarme. Su acción, su intrepidez, sus decisiones al límite, sus órdagos. Los personajes se metían en tramas de los que parecía imposible salir, pero los guionistas nos sorprendían con arriesgadas y acertadas respuestas. Toda la serie era una historia al límite.

Eso ya no existe. Nos lo han robado. La tercera temporada lleva seis capítulos asquerosamente aburridos. Me encantan la series lentas, ojo, (por algo me gusta Boardwalk Empire), pero Sons of Anarchy no lo es, y cuando se vuelve lenta se vuelve aburrida y... COBARDE. En mayúsculas. Me explico. Y con espoilers.

ESPOILERS                                                   ESPOILERS                                               ESPOILERS

El comienzo de esta nueva entrega tenía una pinta inmejorable. Habían raptado al hijo de Jack. SAMCROW iba a ir a saco a por el osado irlandés y a por quien se interpusiera en su camino. ¿Qué ha pasado, sin embargo? Los guionistas no se atreven. Toda la temporada es una amenaza de "estoy muy loco y lo voy a hacer", pero nada. Jack se va a ir a Canadá. No lo hace. A Belfast, tampoco, aunque imagino que en el siete o en breves irá, porque si no apaga y vámonos. Pero aun cuando vaya, lo hará tarde. Han pasado seis capítulos. Media temporada. Y no tenemos nada. Gemma nos ha aburrido durante varios capítulos con la historia de su padre para que, de la forma más tonta, la detengan. Esto podría haber pasado en uno, puede que en dos. Pero no, ha llevado seis capítulos.

La relación de Jack con Tara es otro de los infortunios de esta temporada. Hasta dos veces, dos veces, Jack hace el amago de decir a Tara que no es bueno para ella y que todo se ha terminado. De acuerdo, la primera vez podría tener lógica. Pero cuatro capítulos después, más de lo mismo. Vuelta a las andadas. Y así se queda. ¡Una mierda! ¿Se van a atrever los guionistas a que rompan de una jodida vez? ¿Por qué esta cobardía? Sons of Anarchy no son unos mamarrachos que amenazan y se echan atrás. Son unos matones rebosantes de hormonas que van a por todas. Si Jack dice que se va tras el tío que le ha robado el hijo, debería estar matando, robando, torturando y todas las salvajadas que se os ocurran. Coño, Jack, que te han robado a tu hijo.


Midas furioooooosooooooo
Y queridos guionistas, hubiera dado mucho juego que los Sons se vayan de ilegales a Canadá o Irlanda a saco. Causando destrucción por donde pasen. Arrasando con todo. Que no vuelva a crecer la hierba por donde pasó una Harley Davidson. Y aunque ahora lo hagáis, tarde. Jodidamente tarde. Porque nos habéis endosado una serie de capítulos con un final muy bueno, con el que dices "ahora sí, viene un punto de inflexión, va a estallar todo". Y no lo hace. Y no es que no lo haga, es que para el minuto cinco ya se ha calmado todo y volvemos a un drama sin sentido, donde nadie se atrave a hacer nada. Y eso es una estafa. Es una serie que intenta acumular tensión y no lo hace. No me tiene en vela. Al contrario, me cabrea. Quiero acción. No un drama sin sentido. Esto no es Sons of Anarchy. Nos la habéis robado. Nos distéis una primera temporada maravillosísima, una segunda algo peor pero salvable y una tercera de mierda.

Y por eso os odio y escribo este topic cabreado. Porque me habéis quitado algo que me gustaba mucho. Me habéis robado Sons of Anarchy. Malditos seáis.

lunes, 18 de octubre de 2010

Benditas terceras partes. Bendito Stargate Universe

Me costó un mundo. Dos veces la descargué entera. La primera vez, al cabo de un tiempo la eliminé sin ver un solo capítulo. La segunda pasó todo el verano y todo septiembre en el disco duro. Hasta hace un par de semanas. Hablo de Stargate Universe. Esa gran, gran, serie, aunque parezca mentira.

Los protagonistas de la serie
Primero de todo, me confieso. Soy un friqui de Stargate. Me he visto las diez temporadas de Stargate SG-1 y, por supuesto, las cinco de Atlantis. Las aventuras del SG-1 pronto se convirtieron en una de mis series favoritas, hoy para mi convertida en leyenda personal. Atlantis me gustó, sobre todo la cuarta temporada, aunque soy consciente de que no está al nivel de su mami. Por eso, Universe me daba pereza. ¿Más stargates? ¿Más chevrones? ¿Más naves de los antiguos? No caí en algo clave. La influencia de esa grandiosa obra de ficción que es Battlestar Galáctica.

Porque amigos, Stargate Universe se parece más a Battlestar que a su hermana y su madre. Lo cual, por cierto, resalta más aún el mérito de Battlestar. La serie de Ronald D. Moore ha revolucionado la ciencia ficción de tal manera que ni Stargate se escapa. Quince temporadas de Stargate contra cuatro de Battlestar, pero... ¡Hay!, amada galáctica, viniste para quedarte.

Pero al tema, que desvarío. Stargate Universe parte de una premisa sencilla. Una base militar de los humanos en otro planeta es atacada por naves enemigas. Al escapar, el científico jefe, el Doctor Rush, decide llamar por el Stargate a una dirección desconocida que él estaba investigando. Así, en vez de escapar a la tierra, llegan a una nave de los antiguos (en el universo de Stargate, los Antiguos son una raza muy antigua ya extinguida y la que más avanzada llegó a estar científicamente) lanzada millones de años atrás para explorar el universo. Está en piloto automático, por lo que no pueden dar la vuelta. Y, aunque pudieran, están tan lejos que les costaría millones de años desandar el camino. Amén de que, para empezar, no saben ni dónde están.

El doctor Rush es el maquiavélico científico del equipo
 El piloto, un episodio doble, es bueno. Notable alto, más bien. El grupo, compuesto por militares y civiles, llega a la nave. Primero descubren que es una nave. Luego que es de los antiguos. Seguido, averiguan que la nave tiene miles y miles, si no millones, de años de antigüedad. Y claro, comienzan a fallar algunas cosas. Por ejemplo, el sistema de mantenimiento de la nave. Veasé, el aire se agota. Así concluye el piloto. Entre medias, te presentan al inquietante Doctor Rush. Un científico que llevaba mucho tiempo investigando la direccion de Stargate que les llevó allí. De personalidad oscura, maniquea y reserveda, todos desconfían de él porque no saben si de verdad quiere volver a la tierra o no. De este modo, es, a la vez, el científico más brillante y que más cosas descubre sobre la nave y cómo regresar a casa, pero muchas las oculta por conveniencia o, directamente, miente y da datos falsos. Ojo, no es el malo de la serie. De hecho, es mi personaje favorito. Pero... no es el buenazo empalagoso, ni mucho menos.

Eli Wallace es el típico veinteañero gordete y escandalosamente friqui. Adicto a las tecnologías y a los juegos de internet, es también un genio de las matemáticas. Fue reclutado dos días antes de llegar a la nave pero rápidamente se convierte en el segundo mejor científico, en el que confiará el Coronel Young para desubrir qué trama el Doctor Rush. El Coronel Young es el militar al mando de la misión. Noble, buena persona, pero con dudas internas, se desvive para llevar a todos de vuelta a casa. Le acompañan el Teniente Matthew Scott, joven, guapete y valiente y el Sargento Ronald Greer, que al comenzar la serie está en un calabozo, sin saber nadie por qué, pero se mantiene fiel, decidido y valiente junto al Coronel.

El Sargento Greer a la izquierda y el Coronel Young a la derecha
Muchos más personajes poblan la nave. La hija de un senador, una doctora, varios científicos... y todos muy bien logrados. De hecho, son las relaciones personales las que más vida dan a la serie. Cómo se desenvuelven, cómo luchan contra las adversidades... Hay depresiones, suicidios, traiciones entre la tripulación. Porque aquí llega el gran acierto de la serie. Como ya he dicho, han imitado a Battlestar Galáctica, no a Stargate. Me explico.

El tercer capítulo de Universe es malo. Y punto. Son cuarenta minutos de episodio en los que buscan desesperadamente un mineral para limpiar el sistema de mantenimiento y generar aire respirable. Encuentran un planeta al que les lleva la nave (pues he ahí la cuestión, la nave es lista y sabe qué necesitan y dónde llevarles) y lo exploran. Así, el capítulo son 40 minutos de andar por el desierto donde encuentran, en el último momento, lo que necesitan. Qué cansado estoy, sigue tú sin mí. ¡No te dejaré, amigo! Soy un héroe, eres un héroe. Faltan cinco segundos para que la nave despegue. ¡Ahí están! Salvados. Oooooh. Un rollo.

Algunos de los protagonistas viven su particular romance...
Pero lo bueno es que todo cambia a partir de entonces. Un servidor va por el capítulo diez de la primera temporada y no he vuelto a encontrar otro capítulo malo. Ni tan siquiera que baje del notable. A partir de ahora, las cosas se tratan a lo Battlestar. Siguen necesitando agua, comida, energía... hay traiciones, luchas por el poder, ganas de volver a la tierra... El doctor Rush, por supuesto, a su ritmo, investigando sin contar lo que descubre o dando pequeñas pinceladas de lo que sabe, ocultando cosas vitales. Todo esto, mientras van visitando nuevos planetas. De forma muy rápida, claro, porque la nave, que está en piloto automático, pasadas unas horas vuelve a despegar y no espera a nadie. Si no has llegado te quedas en el planeta.

Los personajes, por otro lado, tienen un gran carisma y rápidamente desarrollan un completo entramado de relaciones personales que se mezclan a la perfección con la trama. Así, tenemos, en buenas dosis, relaciones personales, tensión en cada capítulo sobre si conseguirán sobrevivir un día más, y nuevos descubrimientos sobre la nave. Aspecto clave e indispensable. Mantienen, a lo largo de la serie, constante contacto con la tierra. ¿Cómo? Encuentran una tecnología que hace que puedan intercambiar la consciencia con gente de la tierra. Así, manejan los cuerpos de otras personas e informan de lo que les ocurre. Sí, es muy friqui, pero tiene una incidencia fundamental. Los protagonistas van haciendo uso de esta tecnología para ir a la tierra y visitar a sus personas queridas. La carga sentimental es muy potente. No saben si podrán volver, a veces no pueden decir que son ellos (¡porque no es su cuerpo!), y cuando sí pueden revelar su identidad, tienen apenas unas pocas horas de felicidad antes de volver a la nave.


Una imagen de la nave 'Destiny'
Concluyendo, que he metido una chapa espectacular. Estamos ante una nueva obra maestra de la ciencia ficción. Si Dios quiere. Porque claro, llevo 10 capítulos. Pero si mantiene el ritmo, esta temporada será espectacular y grandiosa. Y sólo por ello ya será justificable verla. Ahora bien, ya que tanto se han basado en Battlestar, que copien algo fundamental. No más de cuatro temporadas. Esta trama da para lo que da. Que no se alargue innecesariamente.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Practically Perfect


 Es pronto, lo sé. Sólo llevan tres capítulos, tampoco se me escapa. Pero en Dexter confío. Confío porque de cuatro temporadas nos ha dado tres excepcionales y una algo más baja pero aceptable. Confío porque Dexter siempre consigue sus objetivos. Y a parte de matar, en lo que nunca falla es en ofrecernes ficción de la buena. El tercer capítulo de la quinta temporada es, sencillamente espectacular. No hay más adjetivos. Y a partir de aquí, peligro de spoilers.

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Tenía miedo. Lo reconozco. La tercera y cuarta temporada habían sido insuperables. La cuarta tuvo un final  impactante: la muerte de Rita, esposa de Dexter. Quedaban por delante varios meses de esperara para descubrir qué le depararía en esta quinta sesión a Morgan, convertido en un padre viudo con tres hijos.  Y El primer capítulo fue bueno, pero raro. Raro porque, por momentos, me pareció más propio de Six Feet Under, la grandísima serie que el propio Michael C. Hall protagonizó. De hecho, el momento en que Dexter entraba a la funeraria, con cierto aire a la de los Fisher, tuvo mucho, pero que mucho morbo. Pero el tema es que fue un capítulo muy reflexivo, con un Dexter totalmente perdido que sólo al final del episodio logra explotar y comenzar a ver las cosas claras.
 
 

En el segundo capítulo, la serie vuelve por sus fueros y comienza a encarrilar el argumento de la temporada, que, por supuesto, ya habían dado pequeñas pinceladas en el primero. Así, vamos viendo cómo Joey Quinn comienza a relacionar a Dexter con Kyle Butler, el nombre que tomó el propio Dexter para hacerse amigo de Trinity, el asesino de la cuarta temporada. En este tercer capítulo, además, parece que Quinn disipa todas sus dudas e incluso llama a un amigo suyo del FBI para que le deje hablar con la familia. Problema para Dexter.

Problemas tienen también Laguerta y Batista. Los recién casados, parece que van olvidando la tontería de que la teniente cobra más que Batista (menos mal que este no va a ser la trama para la pareja) y una pelea en un bar puede acabar con Batista inhabilitado y en la cárcel. Este, además, no lo sabe. Sólo ha sido informada Laguerta. Interesante, interesante.
 
 Debra, a parte del polvo de aquí te pillo aquí te mató que echó con Quinn, que cuenta los días desde que ocurrió para convencer a Debra de echar otro (curiosa estrategia de ligue, si funciona me la apunto), se está metiendo de lleno en un caso de asesinatos religiosos. A priori. A priori porque lo mismo encontramos luego drogas, armas, mujeres o tramas satánicas bien gores. Porque el aspecto con el que quedan las cabezas he de reconocer que me encanta. Súper gore. Así que tercera trama magnífica abierta y con nueva compañera latina para Debra. Veremos qué aporta.

Pero lo mejor, por supuesto, tiene que ver con Dexter, que para algo es el protagonista. Nuestro admirado asesino (nunca pensé usar ese adejtivo delante de la palabra asesino) ha vuelto a matar en este tercer capítulo Siguiendo el código, claro. Que en el primer episodio ya se cepilló a uno que pasaba por allí... Pero  la cuestión es que de tan ansioso que estaba, ha cometido un pequeño error. Vaya por delante, que me ha encantando el momento en que víctima y verdugo se anestesian a la vez y cómo, posteriormente, Dexter le da caza de nuevo al recogedor de animales muertos con afición a matar mujeres y tirarlas en cubos a una charca. Una afición de lo más común. Pero al margen de extrañas aficiones, Dexter es visto durante su ritual por una mujer que su víctima (el recogedor de animales muertos) tenía encerrada y que, imaginamos, iba a matar. Por lo que Dexter se convierte en su salvador.
 
  El problema, lo bueno más bien, (de aquí mi exaltación) es que así concluye el capítulo. Con Dexter intentando tranquilizar a la pobre mujer, todavía con el cuchillo ensangrentado en su mano. ¿Matará Dexter a la joven? Seguro que no. Dexter no es así, tiene un código. Y claro, aquí se abre la trama principal y de una forma inmejorable. Sin olvidar, por cierto, a Harrison y su nueva niñera. Que por alguna razón no gusta a Deb. Pero lo importante es, ¿guardará esta nueva chica el secreto de Dexter de buena gana? ¿Habrá que amenazarla? ¿Le agradecerá que la haya salvado? ¿Quedarán a tomar cafés y se enamorarán? ¿Le echará Dexter un polvo y luego contará los días que pasan hasta que vuelvan a echar un quiqui?

Ni lo sé, ni me importa. Me dejaré sorprender. Porque Dexter nunca defrauda y, porque cada temproada que pasa, Dexter es, al igual que el título del 5x03, Practically Perfect.             



sábado, 9 de octubre de 2010

La hora de la nostalgia I: El Ala Oeste de la Casa Blanca

Con la última entrada sobre Aaron Sorkin, no he podido parar de pensar en esa grandiosa serie que durante siete temporadas, aunque él la abandonara a mitad, fascinó al mundo entero: El Ala Oeste de la Casa Blanca. Cada una de las cuatro primeras temporadas de la serie ganó el premio Emmy a la mejor serie dramática. Precisamente, las cuatro en las que Aaron Sorkin estuvo al mando de El Ala Oeste. Pero una serie no se mide por sus premios. ¿Por qué El Ala Oeste es tan maravillosa?
El Ala Oeste nos lleva a un mundo en el que el presidente de los Estados Unidos es el demócrata, Premio Nobel de Economía y Católico Joshiah Bartlet, interpreatado ni más ni menos que por Martin Sheen. Ese, mundo es, por supuesto, el nuestro propio. Bartlet junto a su gabinete se enfrentará a una oposición republicana muy dura (gana las elecciones por un margen estrechísimo) y a multitud de conflictos internacionales surgidos de la mente de Sorkin pero de un realismo sublime. Lucha contra el terrorismo en Oriente Próximo y hasta una invasión a un país africano para poner fin a un genocidio entre las dos razas  del país (clara referencia a los hutus y tutsis).
Economía, educación, asuntos sociales, patriotismo. Todo, todo lo que narra lo hace con un acierto y un realismo espectacular. Ahora bien, algunos le achacan un pequeño fallo, pero totalmente perdonable porque, a fin de cuentas, es ficción. Los políticos, todos los del gabinete de Bartlet, son honrados. Y no sólo honrados, sino apasionados por su trabajo, quieren lo mejor para el país, se desviven para ayudar a la gente, siempre hacen lo correcto... Todo aquel que haya visto esta serie coincidirá conmigo que ojalá nuestro gobierno fuera así.
El presidente Joshiah Bartlet

Otra gran virtud de la serie es su guión. El Ala Oese, no voy a engañar a nadie, son 40 minutos de capítulo de puro diálogo. Son políticos y no hay explosiones, persecuciones ni nada que se asemeje a una pizca de acción. Son diálogos, probablemente los mejores diálogos de la historia de la televisión. Los personajes, siempre escasos de tiempo, nos soprenden con increíbles conversaciones mientras recorren toda la Casa Blanca. Camino a una reunión, vuelta al despacho, yendo a otra reunión... Siempre están en movimiento y siempre están hablando. Un ejemplo de estos grandísimos diálogos, este como otros muchos con bastante gracia, lo tenemos en una discusión entre Josh Lyman, ayudante del jefe de Gabinete, encargado de lidiar con los senadores y congresistas para ganarse sus votos en la aprobación de leyes; y Donna Moss, su secretaria. En esta escena, Donna pregunta a Josh por qué no bajar los impuestos si hay superávit. Josh le contesta, siempre en movimiento de forma muy acertada respecto al planteamiento fiscal demócrata pero, sobre todo, con mucho humor. Así, aspectos como la economía que tanto repelús generan al espectador, aquí se tratan con mucha sencillez, humor y, por supuesto, corrección, pero logrando que el espectador se enganche totalmente.

Josh Lyman y Dona Moss
Al margen de sus diálogos, su rapidez y adicción, El Ala Oeste es una serie muy bien realizada. Con grandes momentos. Algunos muy emocionales, otro muy duros, otros de alegría desbordante... Antológico (no hay otra manera de decirlo aunque esta palabra me resulte muy fanática) es el cierre de la segunda temporada con su capítulo Dos Catedrales. En él, un presidente Bartlet enfermo y atacado por la oposición, se enfrenta sólo desde su enfermedad al juicio al que le somete la opinión pública y su propio gabinete. Hablando con sus secretaria recién fallecida, a Dios en una iglesia camino de la rueda de prensa, con la canción Brothers in arms de fondo, llega al púlpito, alza la mirada... Y todos sabemos lo que va a decir. Inovidable.

En resumen, si todavía no la has visto, más vale tarde que nunca.




miércoles, 6 de octubre de 2010

Aaron Sorkin está trabajando en una nueva serie de televisión



En una más que decepcionante charla, por falta de chicha en varias de las preguntas y especialmente por su brevedad, Aaron Sorkin ha anunciado que está trabajando en una nueva serie de televisión "que va a salir pronto" pero de la que todavía no puede "decir nada".

El guionista de series como El Ala Oeste de la Casa Blanca y Studio 60, preguntado por los internautas de Elpais.com, afirmó que está "muy orgulloso de El ala oeste" y que lo pasó "bomba" haciéndo esta exitosa serie. Igualmente, Sorkin explicó que para escribir los capítulos  tuvo "un grupo de tutores que habían trabajado en la Casa Blanca para diferentes presidentes a los que escuché discutir sobre cualquier tema". Así, el autor convirtió esas discusiones en "anécdotas para la serie", que presentaba según su "estilo dramático personal".

¿Y en qué consiste su sello personal? "Tengo tendencia a escribir sobre personajes hablando en una habitación" y por esta razón los directores con los trabaja tienen que "añadir elementos visuales interesantes". explica Sorkin. "Este es el motivo por el que en mis series se puede ver a gente andando muy rápidamente en grandes decorados", concluye.

Al margen del mundo de la televisión, Aaron Sorkin, confesó que ni la tele ni el cine, su "gran amor" es el teatro. Aunque eso sí, se siente "afortunado" por poder ejercer en los tres medios.
Si quieres leer el resto de la charla pulsa aquí

viernes, 1 de octubre de 2010

Enamoramiento (no asustarse por título)



 De vez en cuando, sólo de vez en cuando, cuando concluye un capítulo, me quedo en una especie de estado de shock que no puedo describir. Los títulos comienzan a circular por la pantalla y no puedo hablar. Algunas veces estoy en silencio. Otras, me llevo las manos a la cabeza y comienzo a parlotear onomatopeyas: "Buah, ufff, joder...". Por mi cabeza, mientras tanto, se entremezclan a toda velocidad los pensamientos, desordenados. Como si estuviera éxtasis. Es, en estos momentos, cuando me doy cuenta de que la serie en cuestión ha subido el último peldaño. El peldaño de la excelencia. Este hecho significa que ya no estoy ante una serie buena, sino ante una obra maestra. Es mi enamoramiento.

¿Cuándo me ha pasado? Por fortuna, muchas veces. Uno de los más claros fue con la maravillosa The Wire. Más exactamente, con el capítulo cuatro de la primera temporada. Si has visto la serie, sé que sabes a que escena me estoy refiriendo. Joder, joder. Si no la has visto, The Wire puede ser difícil de seguir al principio, pero nunca, nunca la abandones sin llegar a este capítulo.




Más recientemente, he tenido otros dos enamoramientos. Con mis apreciadas Sons of Anarchy y Modern Family. Los Hijos de la Anarquía me raptaron en su capítulo cinco de la primera temporada (del que no encuentro vídeo en Youtube). Ahí vi que esta serie tenía un plus. Algo más que el resto. Ese final, esa música, la dureza de la situación y los personajes... Y no defraudó. Algo escribí en el momento sobre el capítulo, pero entonces estaba aturullado. Y cuando terminó la temporada, embriagado por semejante joya que la cadena por cable FX nos ha regalado, en vez de escribir algo, me puso inmediamente a ver la segunda temporada.

De Modern Family me enamoré ayer. El noveno capítulo de la primera temporada es el causante. Aquí mi amor fue distinto. No fue causado por una gran escena o un gran final, sino por su increíble estructura. Puede que me haya reído más con otros capítulos, aunque Fizbo en este me hiciera soltar una buena carcajada con su reloj, pero esa estructura del capítulo, es de algo más que una simple comedia. En concreto, el capítulo arranca en el hospital, con un personaje preguntándose cómo ha podido pasar esto. Acto seguido un flashback nos devuelve al pasado y nos presenta la situación. Es el personaje de uno de los niños y todos los regalos que le hacen son peligrosos. Una ballesta, un escorpión, una pared de escalar... Conforme le regalan un nuevo objeto peligroso, aparece una escena en el hospital de un personaje diferente preocupándose por la salud del herido, que no sabemos quién es, pero que vamos adivinando conforme se descartan personajes y avanza el capítulo. En serio, buenísimo.



Otros enamoramientos concretos (porque de algunas series simplemente caes rendido a las primerasde cambio, como con The West Wing en mi caso, los tuve con Six Feet Under, exactamente con su cuarto capítulo de la primera temporada, que sin duda alguna no es uno de los mejores, pero para eso ya tenemos el primero de la tercera o el último de la serie (¡oh!, el último). O en el caso de House y su maravillosa e inigualable primera temporada, con su noveno capítulo (No rcp), y ese increíble discurso del saxofonista qmoribundo dirigido al propio House, en donde se comienza a atisbar el alma torturada del personaje.

Me dejo muchos enamoramientos más, lo sé, pero no quiero aburri. ¿Y vosotros, cuándo os habéis enamorado de una serie? ¿Qué capítulo fue el que os hizo ver que estabais ante una obra maestra?