sábado, 25 de septiembre de 2010

Dos buenos regresos

Esta semana, entre la avalancha de regresos y estrenos, volvieron dos pesos pesados de la comedia: How I Met Your Mother y The Big Bang Theory. No voy a engañar a nadie, así que vaya por delante que son mis dos comedias favoritas. Ahora también me estoy enganchando a The It Crow y Modern Family, pero no llegan a desbancarlas.


¿Será la futura Mosby la causante de la cara de susto de Ted?

How I Met Your Mother juega con dos aspectos diferentes. Una trama interina, en principio la que da origen a la serie, en la que Ted Mosby busca a su futura esposa. Y una trama secundaria, que es autoconclusiva en cada capítulo que, básicamente, consiste en los disparates de Barney, las situaciones ridículas de Ted, y la particular química de Lily y Marshall. Robin, sin olvidarme de ella, es la canadiense rara del grupo. Así, nos encontramos con un arranque de temporada de más de lo mismo. Que no tiene porqué ser malo, por cierto. Falsas pistas y expectativas sobre su futura parienta, cuatro ideas de bombero de Barney (¡me la pido!), una Robín en chandal y Marhsall y Lily con una discursión en torno al padre de Marshall totalmente descabellada.

La verdad es que al capítulo en sí es bueno. Hace reír. Puede que no tanto como al principio, pero es que el problema de esta serie no viene del guión, sino de su estructura. Cuando empezó hace ya seis años, nos sorprendió a todos con una estructura en la que el Ted del futuro cuenta a sus hijos cómo conoció a su madre. Este futuro Ted era el narrador y muchas veces aparecía en mitad del capítulo para criticar al Ted joven o desmentir, de forma cómica, que esa no sería su madre. Había una contínua ristra de flashbacks, saltos al futuro e historias en general dando brincos temporales. Ahora, seis temporadas después, esto ya no sorprende a nadie y por ello ha perdido parte de su genialidad. How I Met Your Mother depende, ahora, plenamente del guión y, más bien, de Barney Stinson, que se ha convertido en el personaje cómico por excelencia. En definitiva, no es que las tramas sean mejores o peores, sino que su originalidad y capacidad de sorpresa se ha venido a bajo.

Ahora bien, How I Met Your Mother sigue siendo una notable comedia. Sólo que si antes, por ejemplo, yo mismo le ponía un 10 de nota, a partir de la cuarta o quinta temporada va descendiendo hasta el 8, que sigue siendo un notable.


¡Adelante equipo de Flashes!

Punto y aparte es The Big Bang Theory. Esta adorable panda de friquis no engaña a nadie. The Big Bang no tiene trama principal ni nada por el estilo. Es una comedia disparatada, que busca hacer reír al espectador con las estrambóticas vidas de los cuatro protagonistas. Por esta misma razón, la serie parece que ha concedido un excesivo protagonismo a Sheldon Cooper. Pero es que Sheldon es el más raro y friqui de todos y, por ende, es el personaje al que mayores disparates y tonterías se le pueden achacar. De todas formas, el 6x01 ha demostrado que Leonard, Howard y Raj son capaces de hacer reír sin Sheldon. La trama con el brazo robótico ha estado fenomenal.

De este modo,  Sheldon y compañía arrancan su cuarta etapa tal y como concluyeron la tercera, y la segunda, y la primera... Y como, probablemente, terminen esta cuarta temporada. Y así lo harán, de hecho, en la quinta, sexta, séptima o hasta donde los guionistas sean capaces de alargar esta serie que, como todas, tarde o temprano sus chistes dejarán de tener gracia y se cancelará.

Esperemos, no obstante, que la cancelación de ambas series se encuentra muy, muy lejana y podamos seguir disfrutando de estas excelentes comedias muchos años más, a pesar de que tiquismiquis y críticos como nosotros nos quejemos de que cualquiera tiempo pasado fue mejor.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cara y cruz

El bien y el mal. El bueno y el malo. Hace tiempo las series eran así. Sencillas. Un tipo malo y odioso (qué mal nos caía) se enfrentaba a uno bueno y amado (qué bien nos caía). La mayoría de las veces ganaba el bueno. Si el final quería ser trágico, la victoria era para el malo. Sin embargo, hoy día la televisión nos presenta personajes distintos. Y por eso, ya no es extraño que nos pongamos del lado de un personaje de escasa moralidad, que ha resultado ser fascinante. O al contrario, cuando el bueno, el que actúa correctamente, es aborrecible. Esto me ocurre a mí con dos personajes de la gran serie de ficción Battlestar Galáctica: Gaius Baltar y Laura Roslin.



Gaius Baltar es un científico que vive en Cáprica. Ya en el primer capítulo, (en el minuto diez, ergo no es spoiler) se muestra que él es el causante de la masacre Cylon. Los humanos son casi extinguidos por su culpa. Por su vanidad y soberbia. Pero él logra escapar y unirse a la flota que durante cuatro temporadas bagará por el espacio en busca de un nuevo hogar. Yo, personalmente, me pasé los primeros capítulos esperando su confesión. Pero no. Poco a poco me fui dando cuenta de que Gaius no era así. No se sentía feliz por masacrar a millones de almas, pero lo importante para él era la supervivencia. A lo largo de la serie, hace de todo para sobrevivir. Miente, mata, manipula, evangeliza... Cualquier cosa. Lo mismo en un capítulo salvaba a la flota entera de la catástrofe, que al siguiente ayudaba al enemigo.
Baltar, en definitiva, es arrogante, sobervio, cobarde, traidor, inmoral (o amoral), descreído, superviviente... Sú única preocupación es Gaius Baltar. Se quiere mucho y se llevará por delante a quien haga falta para sobrevivir.

Sin embargo, me cae bien. No puedo evitarlo. Los guionistas de esta serie te enredan. Te muestran su trasfondo, no hace el mar por placer. Sino por necesidad/convinencia/supervivencia. Al término de algunos capítulos no podía evitar pensar: "Este tío es un hijo de puta". Y por contra, al capítulo siguiente conseguían que me volviera a caer bien. Los guionistas jugaban conmigo, con mi juicio y mis creencias. Hoy me mostraban un poquito de caridad en Gaius, al día siguiente mostraban su lado egoísta compensado por una buena acción y dado de vuelta de nuevo por un acto de dudosa moralidad.

Resultado final: Gaius es un hijo puta que me cae bien. Es un personaje complejo, para nada plano. Con varias dimensiones. Y como él, decenas de personajes en decenas de series maravillosas que podemos disfrutar. Estamos en plena cresta de los personajes con dos caras, grises, ambiguos moralmente. El malo y el villano tradicional están desapareciendo.




Porque si no, no se entendería mi odio bisceral hacia Laura Roslin, presidenta de los 50.000 humanos que inician este éxodo con claras reminiscencias bíblicas. Roslin se convierte en presidenta de esta Odisea por ser la cuarenta y pico en línea de sucesión. Claro, entre los millones de muertos se encuentra casi todo el Gobierno. Y de golpe y porrazo (como diría F. Ibañez) asciende de secretaria de educación a presidenta. Roslin es una mujer trabajadora, moralmente correcta y siempre, siempre tiene la razón. Que creo que es lo que me saca de quicio. Más que lo de la moralidad, porque en algunos capítulos sí que ha tomado decisiones muy duras. El problema, mi odio más bien, viene desencadenado porque siempre tiene razón. Al final, ella era la que llevaba la razón en casi cada situación. Y por alguna extraña razón me pone de los nervios. ¿Es demasiado perfecta? Sí y no, porque, como he dicho, ya comete alguna que otra acción moralmente reprovable. Pero es que... su tono de voz... sus gestos... su ego de salvadora de la humanidad...

Donde esté un buen Gaius Baltar, que se quite una Laura Roslin. Yo voy con los malos.



jueves, 16 de septiembre de 2010

Se quedó a medias



La tercera temporada de True Blood llegó a su fin. Tenía todo para convertirse en la mejor temporada de todas, pero para mí, no lo ha hecho. Y la razón principal es que, por alguna extraña razón, los guionistas piensan que cogimos cariño a todos los personajes secundarios y que queremos que les desarrollen tramas. Y no es así.

(Texto lleno de espoilers de todas las temporadas)

En la primera temporada había muchos secundarios pero sus tramas convergían entre sí e incluso estaban relacionadas con la principal. El asesino del pueblo afectaba a todos. Jason era acusado de ser el asesino, el sherif iba tras él, Sam Merlotte y Tara vivían un extraño romance, pero a la vez Sam intentaba proteger a Sookie, Arlene (la camarera pelirroja) era importante porque su novio era el asesino y Lafayette se entrometía un poco en la vida de todos. Sooki y Bill a su ritmo y Eric no tenía mayor protagonismo.
El problema viene cuando esta temporada, algunas de las tramas parecían más bien un spin off. La trama de Jason con la mujer pantera deja mucho que desear (peor era aún la de ser policía), la de Arlene y su hijo no engancha en absoluto, la de Lafayete y Jesús... mmm... Tenía mejor pinta cuando se estaba enredando en la venta de V con Eric. Otra historia que no me ha terminado de convencer es la de Sam. Tenía ratos entretenidos y ratos más flojos. De las que he citado, eso sí, es la que más me gusta. La que menos, por su extrema ridiculez, la vampiresa Jessica. Una lástima. Es un personaje que creo que podría aportar mucho a la serie. Pero Dios mío, su romance con Hoyt es patético. Ni en el peor de los culebrones sudamericanos se ven enamoramientos tan vergonzosos.



Tras esta bonita criba, toca destacar lo bueno. Que pese a todo, más que un aprobado ya le doy a la temporada. Y se lo doy porque el personaje de Russel Edington ha sido genial. La lucha de poder entre vampíros me ha fascinado y ha sido de lo mejor de la temporada. El protagonismo de Eric, la Reina de Loussiana, Russel, Bill Compton y la Autoridad Vampírica (que puede dar mucho juego en la cuarta) ha sido de sobresaliente. También estuvo muy bien la trama de Tara con Franklin, ese vampiro muy, peor que muy mal de azotea. Aunque el final de la historia... no está muy currado. De hecho, yo daba por cerrada la trama cuando Franklin apareció por sorpresa y Jason lo mató.
 
Conclusión: gran trama central y exceso de personajes secundarios. Porque una serie de las características de True Blood no puede permitirse dar importancia a tanto secundario. Leí hace un tiempo al bloguero Nahum  en este post en el que dice que a True Blood le sobraban minutos, que de ser una serie más corta sería muchísimo mejor. No le faltaba razón. Sin tanta trama secundaria, esta temporada hubiera sido de sobresaliente.

domingo, 12 de septiembre de 2010

True Blood ha cambiado


True Blood es una serie que está dando mucho de qué hablar. Está de moda en la blogosfera referirse a ella con desprecio. Una comedia, la llaman. Pero no lo es. En absoluto. El problema es que la serie es engañosa y ha mutado de género. Me explico.

Cuando arrancó la serie, en su primera temporada, True Blood tenía unas aspiraciones distintas a las de ahora. Parecía que la serie quería convertirse en un producto serio, de culto. Ver cómo en un mundo igualito al nuestro, a diferencia de la sangre sintética, los vampiros se convierten en realidad y deciden integrarse en la sociedad. Salir del ataud, que le llaman. Término que, por cierto, no aparece ya en la tercera temporada. Porque, como he dicho, la serie ha cambiado. True Blood se marcó una gran primera temporada con una mezcla muy proporcional entre bizarrismo, misterio y devoción/friquismo por los vampiros (más adelante explicaré lo de friquismo). Bizarrismo, porque poco a poco Alan Baall iba mostrando una cultura vampírica muy particular, rodeada de sangre y sexo. Misterio, porque el asesinato de mujeres en Bon Temps centró toda la temporada. Y friquismo porque los vampiros era muy interesantes, una nueva vuelta de tuerca al mito de los no muertos que eran más fuertes conforme envejecían, estaban organizados mediante una jerarquía muy clara, tienen toda una gama de poderes de lo más variopintos, etc.



El hecho, es que podemos decir que la primera temporada True Blood estaba disfraza de producción seria. Pero ya en la segunda entrega, la serie comienza a quitarse el dsifraz. Los personajes se muestran absolutamente lineales. Les pase lo que les pase, no cambian. Sookie siempre es y será una rubia insoportable, Jason será un tonto confundido el resto de su vida, Tara vivirá amargada y en problemas y Lafayette será una locaza graciosa toda la serie.
Pero además, la estructura de la serie cambia. Ya no importa la integración de los vampiros, las dobles metáforas con la homosexualidad y el racismo. Tampoco importa la relación entre personajes, pues si estos no cambian, las relaciones siempre serán iguales. En lo que se centra esta nueva True Blood es en el morbo, en el mundo vampírico que Ball ha creado y que comienza a diferir del real. Y esto se hace radicalmente evidente en la tercera temporada, que todavía no ha terminado pero poco falta.

Porque True Blood, en su tercera temporada, evoluciona y se convierte en una auténtica serie de vampiros. Ya no se disfraza, no se camufla. Los personajes no importan. No hay temática social ni hace falta ser un erudito para comprender la serie. El mundo de True Blood es ahora distinto. No es nuestro mundo más sangre sintética, sino otro diametralmente opuesto. En ese nuevo mundo no sólo existen los vampiros, sino todo tipo de series mitológicos como hombres lobo, telépatas y demás monstruos que no nombraré por aquello de los espoilers, por levísimos que puedan ser. Y, con un mundo inventado y diferente al nuestro, todo vale, que es de lo que le acusan algunos a True Blood, pero para mí algo totalmente legítimo.



True Blood es, en esta tercera temporada, una serie de VAMPIROS. En mayúsculas. Al igual que lo son las películas de la saga Crepúsculo o la serie de vampiros adolescentes The Vampire diaries. Y como tal se le debe juzgar. Como una serie de vampiros que presenta un mundo mágico, donde todo tipo de seres sobrenaturales conviven y se enfrentan en una contínua lucha de poder, que es lo que le da el morbo a esta serie. La lucha entre vampiros, con vampiros y con otros monstruos. Por eso decía que True Blood es una serie friqui. Ya no engaña a nadie. Es lo que hay. Acción, vampiros, sangre, sexo y luchas de poder. Y bueno, algo parecido al amor (y bastante empalagoso) entre Sooky y Bill.

Y por qué es tan buena, en mi opinión, esta serie. Porque actualmente presenta el mundo vampírico más interesante de todos los productos sobre estos muertos vivientes. Conjuga a la perfección el misterio de un mundo por descubrir, unos vampiros muy heterogéneos (los hay buenos, malos, chalados, raros, fuertes, más fuertes, jefes, subalternos...) y una historia que engancha. Quieres saber cómo sigue. Quieres conocer la jerarquía piramidal de los vampiros, los poderes que tienen los más ancianos y cómo va a terminar esta bomba de relojería en la que se está convirtiendo la serie.



Así que esto es lo que hay. Una serie más de vampiros. De HBO, que parece que no le pega hacer este tipo de producciones. Pero qué quieren que les diga, HBO está haciendo la mejor serie de vampiros del momento.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¡Madre mía!





"Madre mía" es una de mis coletillas personales que siempre repito cuando alucino con algo. Hoy he visto el capítulo cinco de la primera temporada de Sons of Anarchy y cuando concluyó, sólo ante el ordenador, se pudo escuchar algo así como: "Buah.... Boh.... Madre mía, madre mía. Boh... ¡¡Madre mía!!! Qué capitulón y qué serie.

Porque SOA (Sons of Anarchy) no es una serie de moteros macarras. No es una serie en la que tras 40 minutos de violencia y tiros sin sentido concluye, para dejar paso a más de lo mismo en otros 40 minutos. SOA es violencia, sí. SOA es explosiones, tiros, peleas... Pero SOA, realmente, es una serie dura. Muy dura. Coge el toro por los cuernos y aprovecha sus personajes al máximo. Son lo que hay. Marrulleros, leales, locos, violentos. No te mienten, y el 1x05 te lo muestra.

(Espoilers)

Porque la secuencia final es brutal, como toda la serie. Con una canción heavy de fondo que repite "I like it" el club al completo le quema la espalda con un soplete a un ex del grupo, que fue expulsado por traidor. Y es alucinante. Algunos no quieren mirar, a otros les apesta el holor a carne quemada, otros miran con fascinación y Sam mira como el jefe que es, del que nadie puede escapar. Y Jax, ese Hamlet moderno como lo definen con mucho acierto algunos críticos y blogueros, contempla la escena pensativo, con una mezcla de esto tiene que ser así, pero por si acaso luego corre a buscar entre los papeles de su padre. A ver qué habría pensado él de todo esto. Y todo esto, en el mismo capítulo en el que hay una feria en el pueblo y uno de los SOAS está vestido de Elvis porque estaba jugando con los niños, a la par que el club montó un chiringuito con comida para disfrute y jolgorio del pueblo. 

(Fin espoilers)

Sólo llevo cinco capítulos de esta magnífica serie, pero ya muestra su fuerza arrodallora, su moralidad ambigua y su torrente de acción bien llevado. Cuando acabe la temporada me gustaría escribir algo más. Seguro que lo hago. Voy por impulsos y como el último capítulo sea la mitad de bueno que este...

martes, 7 de septiembre de 2010

Manifiesto de creación


Muchos dicen que el mejor cine que se hace actualmente se emite en formato de serie de televisión. Yo comparto la idea, pero la verdad es que me da igual. Lo único que sé a ciencia cierta es que disfruto como un enano viendo series (las buenas, claro). Para gustos los colores pero para un servidor David Simon es un calvo al que me prestaría para sacarle brillo a su cabeza todos los días, un cierto toque friqui no me disgusta como con True Blood y Battle Star Galactica, los buenos dramas como Six Feet Under o Breaking Bad me llenan y las comedias como How I Meet Your Mother y The Big Bang Theory me hacen reír hasta que me duele la tripa.

Dicho esto, este blog responde a las ganas de escribir lo que purula por mi mente al ver un capítulo magnífico, una serie sorprendente o deprimente. No suelo seguir las temporadas a ritmo de USA. Soy más de seguir dos o tres series a la vez hasta el final, de la propia serie o de la temporada porque no hay más. Por eso este blog ofrecerá entradas más bien de reflexión. De exaltación tras ver un gran capítulo o de decepción tras uno malo. Por último, quede constancia de que veo las series subtituladas, por aquello de si un actor cambia mucho con voz original o doblada.

Esto es lo que hay, todo el mundo es bienvenido. Puede, no me extrañaría, que jamás un alma visite este blog. No pasa nada. Escribir me ayuda a reflexionar y un blog es la excusa perfecta para darle a la tecla.